Ute Lemper estuvo con nosotros, los que la fuimos a ver, oír y admirar, impregnándonos de su sentimiento teutón y universal, el viernes 17 último al Gran Teatro nacional por generosa invitación a la promoción de Clarita Redshaw de Guerra, un escenario impecable en cada uno de sus detalles, baste decir que desde su foyer dotado de ambigú, en la sala de espera, ya nos transporta imaginativamente a la vieja Europa a través de sus monumentales ventanales con una visión nocturna del Metro.
De su amplísimo repertorio he seleccionado a mi poco acusado criterio musical, para esta ocasión, cuatro canciones típicas, si cabe el término, con enjundia la versión alemana de “Mack the Knife”, que se origina en el Moritat (vocablo alemán que significa “hecho de muerte”) del medioevo en alegoría al alemán como idioma enérgico por antonomasia, que curiosamente además de sus versiones en otras lenguas ha llegado hasta nosotros emparentando su melodía en homenaje con Los Iracundos en Moritat y Pedro Navaja si de salsa hablamos, trasladando el contexto de la canción a la realidad centroamericana marginal. Asimismo, “La Vie en Rose & Non Je Ne Regrette Rien” en el lenguaje del amor: el francés, de la mano de Edith Piaf; y por último, para refugiarnos de este mundo trivial y lleno de imposturas hipócritas, que apesta más que nunca por un festival de corruptos y asesinos disfrazados de líderes de opinión, en este reino rapaz surge la canción de Ute refugiándonos en Neruda, en su poesía de amor en lenguaje castizo, que en torrente de palabras es remedio para todos los males, un diluvio que todo lo limpia y reverdece (parafraseando a C. Hildebrandt), doce canciones, la mayor parte de ellas en nuestro idioma rico, y florido.
Enlace a versión alternativa: https://www.youtube.com/watch?v=SHFXEPYU0FQ
Grande y polifacética artista alemana nacida en Münster, de padre banquero y madre cantante de ópera, lo que más pudo impresionarme, a un lego en apreciaciones críticas del arte escénico, de la cantante, bailarina y actriz, artista ecléctica, icono de la canción alemana contemporánea, fue el derroche de su energía exuberante, vitalidad con elegancia, a los 51 años de su edad, 2 hijos, 2 matrimonios, habría que preguntarse ¿Cuál es el secreto, si lo hubiere? Podría especular que se nutre esencialmente de su canto, su disciplina hecha carne y carácter, enjuta y armoniosa figura de mujer sensual en la plenitud de vida, paragonando lo que una vez dijera Federico Fellini, director cineasta italiano, al respecto habría que decir: Cara, bella tardona (mujer bella de más de 50 años) mostramelo (el secreto), un día más sin verlo es como un día más sin sol. Dicho esto, no queda más que confesarme como un ferviente enamorado admirador de Ute.
A ver, díganme: ¿Quién más puede hacerlo? ...Sin recibir su merecido•