jueves, 13 de diciembre de 2012

Sábado 8, melocotón o durazno, siempre exquisito.

Resulta que el el cubo de 2, octógono y numero atómico nos hace vivir (hay situaciones insufribles que llevan a decir falta oxigeno), es también el que nos da la medida en tazas de ocho onzas para nuestro postre preferido, las ocho pintas que hay que cuidar que no te la "tiren" en el grifo, furlongs en las millas, para ponernos exquisitos. Se representa con dos serpientes del Caduceo en pleno "chape", en fin, simboliza el eterno movimiento del infinito. Yo les diré que para mí, complacientemente, me hace acordar a un entrañable y dilecto amigo de la infancia:


El gordo Broggi, que la ultima vez que lo vi en nuestras reuniones sabatinas estaba de silueta. El ocho me ha despertado una inquietud sobre su importancia en la cultura china donde es, con estilo y vehemencia oriental, la suerte en todo, pagan lo que sea por el numerito, timberos como son y fumadores exóticos, aparentemente les ha ido muy bien pues son los únicos que han sabido hacer un autentico injerto con dos sistemas antagónicos, usan como raíces (el patrón) al esclavizante comunismo y como copa para recibir los frutos (portaingerto), al cavernario capitalismo. ¡Qué tal tortura china, no! Con excelentes resultados de los más variados y extravagantes, por ejemplo, multitud de chinitas esculturales de marfil, mamacitas empresarias que compran dptos. en N.Y. de estranbóticas dimensiones, con marido incluido según aviso en el Times, que por preferencias raciales como pre requisito deberá ser latino canelo, de piel fina como de melocoton... Suaveciita como nuestro turrón. Apropósito de melocotones, casi todos los sábados pido un jugo de melocotón y los mozos me dicen: "¿De qué señor?" Y es que este inmigrante de la China pasó por Persia a España, y con nombre bien árabe-castizo, llegó al Perú, el "durazno" es Canario de nombre, y llegó a nosotros con las latas de conservas y fruta de Chile y Argentina. Y así se popularizo hasta nuestros días.




Entre melocotones y viñedos pasé mi infancia, inolvidables vacaciones, despertares aromáticos de la floración de 20 Has. de la variedad Ulincate, melocotón de mesa, de aterciopelada piel, dos mil arboles en flor y frutos aromáticos que me hicieron, tempranamente a los 7 años, con el uso de razón, nacer mi vocación de amor irrenunciable por las plantas, por la tierra, y por la agronomía.


Desde ese balcón de mis tatarabuelos los saludo con la esperanza que la fraternidad nos siga uniendo lo que nos reste de vida y la prosperidad y la abundancia de esas ubérrimas tierras los acompañe y se derrame como corona de vuestros esfuerzos.

Con ese animo prefestivo, en que ya comienzan a calentar motores los saludos navideños, les deseo anticipadamente unas felices fiestas de pascua y año nuevo.

PD: Asistieron: LDS, OBV, JGCH, ECPA.

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