sábado, 30 de mayo de 2015

Motherless


En el evocativo mes de mayo que ya termina, acallada la lisonjería de la propaganda hueca y banal de la sociedad consumista que mercantiliza todo y a todos, en especial a la hipocresía del cumplido social del primer domingo, tomada la distancia "ex profeso" hasta el último día del mes, nada más importante que reflexionar sobre la génesis de todos nosotros, hijos de buena Madre, para congratularnos en el regazo del mes de mayo Marista, felicitarnos de la madres que tenemos o que hemos tenido, madres biológicas y postizas, nuestras "compañeritas" como diría el flaco Johnny, nuestras novias, nuestras hijas, sobrinas, nietecitas, a las mujeres que admiramos y acariciamos de diferente manera, por ser cada día más distantes biológicamente de nosotros, más hombres, razón por la que las queremos más y mejor, porque así nos hizo nuestro Creador.

Si de alguna manera quisiéramos abordar tema tan íntimo como es el amor a la madre, esta vez escojo, quién sabe sea uno de los aspectos más profundos, el de la separación que comenzamos a experimentar desde que nacemos hasta el final de esta vida, evocando a quien nos dio vida para comenzar otra. Entonces, no he encontrado termino más provocativo que el del inglés, práctico y directo, "motherless", ya que en nuestro castizo castellano su semejante equivalente ha sido desvirtuado por su uso mayormente mexicano del "desmadre", que debería significar solo falta de madre. A este respecto para mí resulta relevante la carta abierta de una hija de mucho talento, carácter y franqueza de nota, como es Claudia Cisneros Méndez, que en confesión sincera reproduzco como justo homenaje en recuerdo a la memoria de las madres idas.

“Ni almuerzo en su chifa preferido, ni regalo sorpresa, ni abrazo, nada. Solo vacío, silencio, recuerdos, aire, abrazos vacuos... Los catálogos de papel, los virtuales, todos me resultan insensibles: "Para mamá…", "Regálale lo mejor…", "Sorpréndela…", "Engríela…" me suenan a burla, a mofa, a sorna... 
Este domingo tampoco iré al cementerio. No creo que haya nada ahí de mi madre. Sus restos ya no son suyos, son de la tierra, de los insectos. Tampoco quiero ver la celebración de otros, ni escuchar sus risas, ni ver sus flores de colores en ramilletes con lazos como si a alguien le importara, ni sus botellas plásticas con agua, o sus trapitos para limpiar lápidas.
No quiero escuchar lamentos, ver caras largas, chelas en ristre u oír declamaciones. Este domingo solo visitaré mis recuerdos, sus memorias, nuestros episodios íntimos, álgidos, dramáticos, felices, agradecidos. Y sobre todo repetiré su nombre todas las veces que me faltó hacerlo mientras estuvo acá. Y me sentiré henchida y privilegiada de que la vida la hubiera puesto en mi camino. O a mí en el suyo. De llevar su sangre, sus genes, su genio y figura, y de ser recipiente y transmisora de sus férreos principios e indoblegables valores.
Norma Aída Méndez Canales. La tercera de nueve hermanos. Huérfana de padre a los dieciséis. Trabajadora desde los diecisiete. Hizo carrera bancaria. Fue la última sindicalista activa. Respetada por el gremio tanto como por la más alta gerencia. Indomable, inconquistable, entregada, responsable, siempre valiente y segura, un huracán con ojos azules, ardientes, transparentes como ella, como su honestidad e integridad. Nadie creería que en esa mujer de mediana estatura, de curvas arrobantes y sonrisa sincera, se guardaba una mujer mayúscula y de presencia impregnada. 
Esa era mi mamá. Esa es, Norma, la inmortal.”

Mary, Mamina y Gigi, en mi memoria inmortales.

sábado, 23 de mayo de 2015

La buena madera se hereda

Mariana Ciriani Moccetti

Un curita Agustino, admirable, bonachón y a la sazón honrado por su temple, con la Cruz de Hierro del imperio Austro-Húngaro, acuciosamente regaba sus frijoles experimentales en el jardín del monasterio de Königskloster de Brunn, Austria, allá por el año de 1856, sin percatarse que luego de 40 años por sus aciertos sería reconocido como el padre de la genética, era Gregor Johann Mendel, descubridor de las Leyes de la Genética, a secas Leyes de Mendel o de la herencia.


En este crisol de sabiduría, con modestia aprendí lo mucho o poco que sé de esta ciencia, apantallado desde un comienzo por la eficiencia de mis maestros genetistas de nota de La Molina fundacional, que les rindo reverente pleitesía: Ingenieros Luis Vega Bancalari, Teodoro Boza Barducci, y Alexander Grobman Tversqui, aunado a los esfuerzos del catedrático de la Universidad Rural de Rio de Janeiro, Kar Grossman, fitotecnista y curiosamente erudito en la genética humana, que siempre me pregunté secretamente si no sería un refugiado del Kaiser o del führer o discípulo de Goebbels o del doctor Mengele, de cualquier manera hicimos migas y mucho, pero mucho ejercicio físico... Caminatas de hasta de ¡40 kilómetros! hasta Laranjeiras, capital de las naranjas del "reino donde no se pone el sol". Brasil, de lejos, es el mayor productor de "laranjas do mundo"... ¡y no podía ser de otra manera!



Todo este introito, algo acucioso pero no estéril, para poder noticiarles la inmensa alegría que tengo al saber que un retoño familiar de cuarta generación, Marianita Ciriani Moccetti, mi sobrina nieta, hija de mi sobrino Renzo Ciriani Guislain, hijo de mi primo hermano Tito Ciriani García, un Champagnat grandote, que seguro muchos de ustedes conocieron como "tarzán de gimnasio", viene triunfando en las competencias atléticas de la Società Atlètica Massagno, auspiciada por el banco Raiffeisen en el cantón Suizo del Tecino, en el distrito de Lugano, círculo de Vezia.


Le viene entonces al pelo los dichos del pasado: "de raza le viene al galgo", "de tal palo tal astilla", y "quien lo hereda no lo hurta", sólo que ahora han pasado de dichos castellanos a realidades científicas genéticamente comprobables. Aparte de lo anecdótico, pasar de cuento de la abuelita o de tío chocho, la ciencia abrumadoramente avanza y arrasa con mitos y leyendas, y vuelve realidad hasta la ciencia ficción.



Así tiene razón de ser el pasado que se vuelve presente y nos hace recordar con melancolía pero con entereza viejos triunfos, como los del "León de Arica" plebiscitaria, mi padre Ernesto Ciriani que en 1929 fue primer puesto en salto largo, sacando roncha a la "mazorca chilena" de aquel entonces. Así también tengo que recordar a mi querido tío Antuco, el Coronel Aviador, Antonio Ciriani, padre de Tito y abuelo de Renzo, atleta y basquetbolista en equipo auroral con el Héroe Quiñones.


Antonio Ciriani y Abelardo Quiñones

Mucho más modestamente en mi generación, hago memoria también de nuestro compañero Atilio Gavillo, Champagnat primarioso con que nos disputábamos codiciada prueba de 100 metros con la marca nada despreciable de 12.3 segundos en torneos interescolares, donde conocí a nada menos que a Fernando Acevedo de la G.U.E. Ricardo Palma, nuestro campeón nacional indiscutible hasta ahora de los clásicos 100 metros con su marca de 10.20 segundos cronometrados de forma manual en 1976, inamovible desde hace 39 años. Hay que esperar ahora, que los controles son electrónicos, que Andy Martínez supere los 10.30 logrados en los Juegos Iberoamericanos de Sao Paulo, para bien de todos, y estar en el concierto de las marcas mundiales, pues los 9.8 segundos de Usain Bolt debe ser la meta.

Pero, ¿y la genética? De momento la dejaremos en el aula para otro día, baste decir que es de aplicación la Tercera ley de Mendel, la de la disgregación de los caracteres en tercera generación en adelante, que la velocidad es un gen dominante, y que ahora que ya existe el mapa completo del genoma humano, con las herramientas de la ingeniería genética alcanzar la velocidad de la gacela ya no es un mito, sino una próxima realidad.

viernes, 1 de mayo de 2015

Se nos fue Fernando sin avisar

Campanillas Chinas. Las flores que más te gustaban, agrónomo de corazón.

Se nos fue Fernando sin avisar.

Lo vi animoso, como siempre que lo iba a visitar por mi camino de la calle Borgoño, donde siempre vivió a dos cuadras del Café 21, antes o después de nuestras reuniones sabatinas, intuía que algo andaba mal, pero había que pasarlo por alto. Él fue compañero de todos y de cada uno de nosotros, y en el recuerdo de sus travesuras, él siempre se acordó con mucho cariño, "contigo me vacilo, Ciriani", decía mientras se acordaba de lo acontecido con cada uno de ustedes, hermanos fraternos de la Promoción 28.


Se nos fue el Cabezón Arrieta, trejo, mechador, palomilla, con carácter indómito, buen deportista, buen amigo de sus amigos, gallero y jugador, bebió de la copa de la vida lo que ésta le ofreció, se formó como hombre, como cada uno de nosotros, en épocas en que se era desaprensivo ignorando todas esas mariqueras del bullying y demás debilidades de la especie. Seguirán siendo famosas sus anécdotas con sus amigos, el gordo Jorge Broggi, Pancho Camino, Luis Hernán del Solar... Tantos para recordar y para recordarlo con cariño los que vamos quedando en este valle de lágrimas.


Fernando, ya estás por la magia de nuestro Señor y del Photoshop, al lado de tu hermano preferido, el Hermano Manuel; Manuel Vignale Zegarra, de quien testimoniaste tu predilección. Que eso nos sirva de consuelo a los que ahora te vamos a extrañar.


Cabezón querido, te pedimos un favor: Que nos vayas guardando un sitiecito junto a nuestro querido Hermano Manuel, del segundo año de secundaria.

Descansa en paz, Cabezón querido.